Vengo de leer historias del metro de la ciudad de México. Historias de errores en la matrix, saltos cuánticos y demás. Pensaba, ojalá me pasara algo así para tener que contar, para decir: a mi me pasó algo extraordinario. Y bueno, en realidad me acaba de pasar algo mucho menos que extraordinario, a decir verdad, solo una simpática coincidencia, pero pensando bien, aguarda un profundo significado.
Me encontré de frente conmigo mismo.
Mi yo del 2014, o 15. Metafóricamente.
El mundo era distinto, pero hay cosas que siguen igual. Mi espíritu, aún no se quebranta, sigo firme en mis convicciones. Mis inútiles convicciones, es decir... dentro de lo que se denomina "sistema capitalista". No recuerdo si en ese tiempo ya usába ese adjetivo.
En ese entonces iba clases al Técnico en Musica (¿?) O creo más bien, venía ver a Vianney, que estudiaba teatro en la 6. A esta misma hora esperaba la ruta 33 y me iba a casa. Entonces vivía en Héroes Puebla.
Algunas cosas cambian, otras mejoran. El sistema de transporte mejoró, también mejoró el sistema que transporta la musica a mis oídos. Los materiales, la calidad de los transductores, las bocinas. Los dispositivos. Sabía que existían los audífonos de verdadera alta resolución pero yo solo tenia acceso a unas baratijas, aun así, siempre disfruté la música, sin pretensión.
Algunas cosas cambian, unas mejoran. Otras empeoran. Y otras permanecen.
Y bueno, el hecho es que, por casualidad, el aleatorio decidió reproducir en este momento el Adagio monto e cantabile de la 9na de Beethoven. La versión de Fricsay, mi favorita.
Me viene un recuerdo vívido de estar escuchándo esa pieza mientras esperaba la ruta 33, en este mismo sitio, y pensar "que bien suenan los violines en los pasajes pianissimo"
Ahora, observo el boulevad y pienso en mi vida actual, tengo otra pareja. Tengo sobrinos. Tengo trabajitos, modestos. Doy clases, gano dinero tocando. A veces me doy lujitos. He hecho de la música mi forma de vida. En realidad siempre lo ha sido, pero ahora de una mejor forma, sin tanta precariedad.
Siento que tengo los sentidos más agudizados, una percepción de las cosas distinta. Soy mejor músico.
Miro a mi yo de aquellos años. Y sé, que dentro de la incertidumbre y el miedo. Permanecía inamovible en mi vocación.
En ese entonces no sabía que era TDAH, no sabia que era un ataque de ansiedad, no sabia el proceso químico detrás del enamoramiento. Sigo sin saber manejar como se debe, por ejemplo, pero creo que ahora tengo menos miedos, y también nuevas incertidumbres.
Muchas cosas cambian. Otras empeoran.
Mi sentido de la vista empeora, por ejemplo. Ahora uso lentes. Mi cuerpo, que, sin ser pesimista, se va volviendo un cuerpo adulto y gastado. Se que aún entro en la categoría de joven, me siento bien, pero mucha de la chispa y energía adolecente se ha ido. Ya no me divierten ni me motivan muchas cosas, perdí capacidad de asombro, me cuesta hacer cosas que antes no. Aún así, estoy a tiempo de revertir esa tendencia y en general me siento fuerte, de mente y espíritu. El tiempo dirá si es una creencia atinada.
Las gentes que están aquí, también cambiaron. Los niños del 2017 ahora son jóvenes y los viejos de entonces, no están más.
Sigue sonando mi Adagio y yo, sin pretender aferrarme a algo, sonrio a esta vida y saludo a aquel muchacho. Que esperando su ruta cansado y sin saber muy bien que hacer, permanece resiliente y espera su camión, y espera.
Ya no hace falta levantar la mano. El camión solo se detiene y me lleva, nos lleva.
Seguramente en un años. Estoy seguro. Volveré a escuchar esta pieza y voy a sonreirle de frente esa persona que soy hoy, 2025. El tiempo y el espacio serán diferentes. Algunas cosas van a mejorar, otras van a empeorar, y otras van a permanecer.
Carlos. 11 de Junio 2025.